Quise ser un valiente, pero no pude, ella si.
Ella se adelantó siempre a todo. Tanto que murió primero. Murió por ser valiente. Por querer vivir.
Yo he vivido para morir, pero no muero.
Eran tiempos donde se amaba con la mirada, y se deseaba en la punta de los dedos. Eran tiempos sin sol, sin luna, solo de miedo.
Ella no.
Escucha ya no hay tiempo para juegos - sus manos envolvían las mías. No sé lo que dije. Si lo sé, habló el miedo.
Y se fue.
No hace falta decir que se paralizó completamente la vida.
Ella era valiente, a los valientes se les enterraban en surcos oscuros. Daban más miedo que su propio miedo.
Noventa y tres años me acompañan en mi camino, en el cual no he podido hacer planes.
Noventa y tres años, enraizando mis sueños en su recuerdo. Octubre de ocres.
Noventa y tres años, han tenido que pasar setenta y dos funerales, para volver a tenerla.
Acaricio lo que queda de ella. Abismo.
Me trae el sol y la luna.
No es sólo memoria histórica, es una ventana sin cerrar donde se ha escapado la vida.
La vida de los que quedan, y de los que se fueron.

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