¿Quién eres?
Hablabas sin parar. Querías contarme quien eras.
¿Quién eras?
Seguía tu dialéctica. Académica.
Haciendo tu verso más interesante.
Interesante. ¿Sabes lo que significa? Nadie se atrevió a decírtelo.
No lo eres.
Seguías en tu empeño de sorprenderme. De provocar admiración. Por ser tú.
Nadie se atrevió a decírtelo. Que no lo eras.
Que no eras tú.
Trazas de un poco de allí. Trazas de pensamientos ajenos, con lo que habías construido una buena fortaleza. No era tuya.
Una buena construcción para los que se conforman con lo visible.
Rasque. Lo siento. Rasque con la curiosidad con la que araño las etiquetas de los botellines buscando el cristal.
Rasque. Encontré una pared de arena desmoronándose.
Tapaba mis pies. Llego hasta las rodillas.
Las lágrimas no eran suficientes para volver a construirte.
Escapabas entre los dedos.
Ahora arena.
Arena fina. Arena sorda.
Arena enterradora de vidas latentes.
Rechinan mis dientes con restos de arena.
Mañanas cubiertas. Lluvias barrosas.
Noches embarradas con la presencia de tus dunas.
Mis horas esparcidas en los restos de tu reloj de arena.
LOGICAMENTE
- KUA,khoi-khoi, kung, kamasi,hxaro, kauha,gauwasi,kia, n/um, KUA
- Jirafas, Leopardos y Búhos Lácteos. Llueve en el Kalahari.
- Tengo guardados millones de pasos para llegar a la Luna.
- En privado, juego a la primitiva.
- Barrí anoche las migajas de tu corazon de bacalao.
- Ay¡ ya no estas a mi lado. Que aplauda el silencio.
- La rana escribio un diario. Fue la razon de existir de Napoleon.
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Pescando en Antibes
Picasso

1 comentario:
A fuerza de que nadie reparara en ella, se acostumbro a estar sola, le gustaba observar la espalda de los demás, leer los gestos de la cara y las manos y dibujar figuritas con el dedo en el aire, pero sobre todo le gustaba jugar a no existir.
Los sábados por la mañana, mientras su madre apañaba la casa ella se tumbaba en la cama, cerraba sus enormes ojos verdes, empezaba a respirar muy despacito y se imaginaba como sería si no estuviese allí.
Le gustaba hacerlo, sobre todo, en las tardes de verano cuando ya apenas quedaba nadie en la playa. Se quedaba flotando en el mar, vuelta hacia el cielo, con los brazos abiertos y la melena abandonada a las olas, ligera como una medusa y entonces la sensación rozaba la perfección de lo que debía ser no estar.
Creció, cambio de amigos, de casa, de aficiones. Todas menos esa. De vez en cuando llenaba la bañera, ese lujo que mezcla el agua y el tiempo, y se quedaba un largo rato sumergida en ella, centrándose sólo en apenas respirar, en apenas latir, en no sentir frío ni calor. Cada vez le parecía que estaba más cerca. Consiguió que no la perturbaran los ruidos y relajar de tal forma cada uno de sus músculos que era como si no le pertenecieran.
Cada día el juego se volvía más perfecto y cada vez le costaba más reaccionar y salir de aquel estado.
Un día desapareció o se volvió transparente, no estoy seguro.
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